viernes, 11 de junio de 2010

El sadismo. Esa nueva cultura.

LA CULTURA DE LOS INCULTOS










He de reconocer que, tras ver el presente video, me he visto obligado a tomarme unos pocos segundos para calmarme, respirar profundamente, desatascar mis obstruidos chakras, sacar brillo a mi aura embrutecida y toda esa mierda zen. Sólo entonces me he puesto a escribir esto. De no haberlo hecho habría caído en la burda trampa del insulto fácil, continuado y repetitivo, donde las madres de los chavales protagonistas no hubrían salido muy bien paradas.


Encender la televisión hoy es asomarse a un mundo paralelo, como en uno de esos episodios de la Dimensión Desconocida, pero con mucha peor mala leche. En definitiva, un mundo totalmente ajeno a la apacible realidad del día a día de un pequeño pueblecito, donde por no haber no hay ni delicuentes, aunque sí mucha policía apatrullando las calles regalando a los viandantes miradas de "polis duros".

Pero de polis “duros” o "muy duros" hablaremos otro día; mañana, puede que pasado, o tal vez nunca.

Hoy os traigo algo mucho más prosaico. Sólo un grupo de jovenes divirtiéndose en este país. ¿Quién podría escandalizarse por ello?

Pongamonos en situación.

-El terreno de juego: una plaza de toros, cuya estética de circo romano es de lo más molón.

-El objeto del juego: una vaquilla, que viene a ser como una pelota, pero que se mueve por sí sola, lo cual ya es el colmo de la diversión.

-Objetivo del juego: ¿Pues qué va a ser? ¡Divertirse COÑO!

Hay que dejar claro que, en este juego, las reglas de competitividad directamente brillan por su ausencia. Aquí sólo hay un único ganador. O ganadores, mejor dicho. Desechos sociales, espécimenes humanos cuya desaparición de este planeta no entristecería a nadie, ni siquiera a sus propias familias. Pondría la mano en el fuego por ello.

Y es que intentar comprender el funcionamiento de la mentalidad de este tipo de personajes no es tarea nada fácil. Incluso Sigmud Freud hubiera terminado tirando la toalla, y no porque los chavales posean una estructura cerebral compleja, más bien todo lo contrario. Ver el video deja bien claro este punto.

Mucho más sencillo es penetrar en la mente de la pobre vaquilla, que sólo siente miedo, que no desea agredir a nadie, y cuyos planes inmediatos pasan por huir de esa plaza, donde a todos -absolutamente a todos-, y por algún misterioso motivo que se le escapa, se les ha puesto entre ceja y ceja probar con ella la dureza de su calzado, o tirarle del rabo con el empeño que quien espera descubrir un premio en el otro extremo.

“¿Es que acaso no saben que en el otro extremo está mi culo?

Seguramente eso mismo se estaría preguntando la vaquilla un instante antes de que esa horda le saltasen encima al grito de“ ¡todos a una!”.

Pongamonos por un momento en la piel del animal, hagamos este fácil ejercicio de visualización, el cual, si se usara más a menudo, las cosas irían un poco mejor en este manicomio terrestre. Sólo un poquito.

Bien. Ahora eres esa vaquilla. Este momento es especialmente íntimo. La muerte no anda lejos, la puedes ver sentada a cierta distancia, limandose las uñas, leyendo la “Necro Cuore”, o hablando por el móvil con El Jefe (puede que para perdirle por enesima vez unas vacaciones). En cualquier caso, anda a la espera de ponserse en pie y hacer aquello que mejor se le da, segar vidas con su hoz.

Si, allí está.

Mientras tanto, tú te encuentras besando el suelo, tu garganta está llena de arena y ya no eres ni capaz tan siquiera de mantener los ojos abiertos. Tus fuerzas se escapan, te abandonan. Nunca antes has estado más indefensa, más expuesta. Imagino que en situación semejante, el miedo te llevaría a mirar a tu alrededor en busca de ayuda, de una mirada familiar (quizá la de tu madre, pero no la encuentras, porque tu madre ha corrido la misma suerte que tú el día anterior).

Sin embargo, lo único que ven tus ojos es a una enloquecida multitud que no te brinda ningún tipo de ayuda, que por no ofrecer ni siquiera te ofrece una ínfima muestra de compasión, de respeto hacía ti, y sí en cambio te regala los últimos golpes, las últimas humillaciones, adoptando estupidas poses del estupido mundo del toreo para celebrar tu muerte.

Hasta que al final... pues eso. Mueres. Abandonas el juguete en el que se había convertido tu cuerpo.

Todo se oscurece. Los sonidos se amortiguan. Voces , gritos, la jarana que se vive en la plaza... ya todo lo percibes como de muy lejos.

Y poco a poco vuelves a ser Tú, un ser supuestamente racional, perteneciente a la raza que un día alcanzó el número 1 de esa lista llamada Los “40 Principales (Depredadores)”, posición que ya jamás quiso abandonar. Ya no eres una vaquilla. Nadie va a tomarla contigo a palos cuando salgas por esa puerta (y si lo hacen, siempre podrás acojerte al derecho de imponer una demanda). Tampoco vas a tener necesidad de mover continuamente la cola para espantar las moscas pegadas a tu culo (siempre y cuando mantengas una higiene razonable). Ni tampoco sentirás el impulso, a la visión de un prado, de darte un atracón de tallos de hierba (que quieras fumartela es otra cuestión)

En definitiva, has dejado de ser una vaquilla para volver a ser un ser humano. Mañana quizá no te acuerdes de nada de esto. Dentro de unas semanas, el tema de la vaquilla habrá (y esto es lo más grave) “pasado de moda”. No olvidemos a estos animales anonimos, obligados a ceder su vida (ese don que por otra parte tanto valoramos nosotros) para que unos desechos sociales tengan su dosis de sádico divertimiento.

Podría hacer una pequeña acotación referente a las esperpénticas declaraciones que en el video pueden “disfrutarse”, de boca de ciertos energumenos (como el “moderno” del coche, que afirma que: no ha pasao naaa, que ha sio todo un juego), pero no lo haré. Y no lo haré porque, con gente así, para la que no guardo más que los peores deseos, me resulta casi imposible no caer en la trampa que ya he mencionado más arriba, la del insulto fácil, ese que salpicaría a tantas madres.
Mi último pensamiento es para el inocente, en este caso la vaquilla (lo siento chicos, a lo mejor pensabais que me estaba refiriendo a vosotros). ¡Va por ti!:

“Esta ha sido tu vida, oh vaquilla.
¡Eso, sí, Vaquilla Española!
¡Vaquilla Brava!
Que has dado tu vida para que los Españoles mantengamos viva nuestra ancestral tradición asesina.
¡Oooole!
¡Y VIVA España!!”
Ay si yo tuviera una escopeta... (suspiro)

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