viernes, 11 de junio de 2010

A Dios y Gracias








Aunque de buenas a primeras pueda parecer un disparate, este blog nace alentado por fines única y exclusivamente religiosos.

Antes de seguir aporreando este teclado (Teclado Mártir desde ahora) algunas cosas han de quedar aclaradas:


1-No me considero fan del Papa. En mis carpetas no encontrareis pegatinas con sus fotos, ni suyas ni de ningún cardenal.


2- Entre mis aficiones no consta la de comulgar los domingos.


3- Y no, tampoco soy de los que dejan caer monedas cuando un/a indeseable pasa la cestilla en un entierro. Lo hice una vez, y os puedo asegurar que esa noche apenas pegué ojo, ya que cuando lo hacía me asaltaba una horrible pesadilla: yo depositando todos mis ahorros en la dichosa cestilla, tarjetas de créditos, las llaves de casa, mi calzoncillo para las ocasiones especiales. ¡Todo! Desde entonces soy fóbico a las cestillas. Cestillafobico, supongo que se llamará.


Ya sé lo que os estaréis preguntando. ¿Cómo es que, en un blog supuestamente religioso, no aparece a modo de introducción algún versículo edificante de la Biblia, o bien una de las muchas referencias a Mateo, Marcos, Lucas, Juan, Simbad el Marino...? (este último ha sido un espontáneo, muy de moda desde la reciente gala de Eurovisón).


Pues bien, la respuesta es que este blog no pretende usurpar el monopolio de los espacios “divulgativos” con que el Vaticano y afines infestan ya la red (sólo basta con teclear en Google “Palabra de Cristo” para sufrir una verdadera indigestión). Mi pretensión es mucho más humilde. Simplemente, conocer a Dios.


Tiene su lógica. No encontrareis una cultura en el mundo que no se haya dedicado a la susodicha labor, con resultados muy dispares, aunque ninguno satisfactorio. Los expertos han estudiado a fondo la Biblia, rastreando cada frase en busca de esa pista que creen encierra sus páginas. ¡Como si cogiendo determinadas letras de determinados párrafos pudieran componer una palabra reveladora -Su Palabra-!. Yo les recomendaría abandonar ese camino, no vaya a ser que la palabra que encuentren sea: “G-I-L-I-P-O-L-L-A-S”


No negaré que la respuesta a la eterna pregunta se halla en la Biblia. (¡Pobre de mi si lo hiciera!) Pero la solución se encuentra mucho más a la vista. El Hombre tiene que hacer un esfuerzo y renunciar a su obsesión por todo lo relacionado con conspiraciones, códigos cifrados, Leonardos da Vincis y Marias Magdalenas, que aunque vendan muy bien en las librerías, en este caso no sirven para nada.


En la Biblia, concretamente en el Genesis, se puede leer: “Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”.


Si todos estamos de acuerdo que 2+2=4 (menos Paquirrin, que pediría el comodín del público), estaremos igualmente de acuerdo en que la solución está lo suficiente clara para no tener que decirla aquí.


Pero aun así lo haré:


Para conocer a Dios sólo precisamos conocer al Hombre.


¡Coño, nosotros!



2 comentarios:

  1. que grande....me has convencido...te seguire donde sea, soy tuyo, toma todo lo mio...

    Muy bueno!!!

    David

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  2. Te tomo la palabra, David: "toma todo lo mio"
    Cuando el pozo de mis ahorrillos se seque, ya sabré a quien acudir.
    Gracias por leerme!

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